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Una manera de aventar las decepciones consiste en pensar y repasar de manera hipotética los «y si esto hubiera pasado, tal otra cosa habría sucedido». Es una zona de confort en la que solo corresponde a escenarios que no sucedieron y nunca lo harán por el sencillo hecho de que el tiempo transcurrido es único, «lo que pasó, pasó» y el presente es el prefacio del futuro.

En el terreno de la política y lo electoral, estas cavilaciones suelen pasar por necias, porque suponen escenarios que están muy lejos de la realidad y solo justifican la pesadumbre de no haber satisfecho las expectativas de uno que otro individuo.

Sin embargo, es notorio que este tipo de expresión circula mucho en redes sociales, no solo entre cuentas de opositores de base sino ya también entre analistas que se supone están en un alto ránking de entendimiento de la situación política de Venezuela, aun para un antichavista pro-electoralista como Francisco Rodríguez.

Los supuestos de ciertos voceros de la intelectualidad opositora son atropellados directamente por la realidad. Es de lógica racional, que nada más podría servir para enviar algún tipo de «mensaje» o «lección» a aquellos dirigentes antichavistas que decidieron concurrir a las megaelecciones del 21N de manera separada.

¿Realmente para Francisco Rodríguez y para todas aquellas personas que confían en un «presagio mental» de ese tipo, si hubiera habido «unidad» en las oposiciones; el resultado de los comicios habría sido muy distinto? ¿»La oposición» (una entidad que se multiplicó en los últimos años) hubiera ganado la gran mayoría de las gobernaciones, alcaldías y consejalías de distinto tipo?

Parece que la estimación aquí sobrepasa la misma lógica política. ¿Cómo podría un escenario hipotético de este tipo alentar a los dirigentes y partidos de variados recursos, ideologías, intereses, etc., de las oposiciones a «unirse», si en la realidad están muy lejos siquiera de conversar entre sí? ¿Es lícito para el análisis obviar el hecho de que el origen de los desacuerdos entre las oposiciones se debe a una larga historia de corrupción, deslealtad, agendas ocultas y demás intrahistorias entre sus diferentes sectores y rangos?

¿Acaso se olvida con alevosía o no las razones por las que el año pasado se concretó la llamada «rebelión de los suplentes» en la anterior gestión de la Asamblea Nacional, debido a los desastres regados por el «proyecto Guaidó» en el seno de la institución legislativa y la política interna antichavista?

Son preguntas que tal vez no contesten los susodichos intelectuales. Pero la cuestión va más allá. Ni siquiera numéricamente las oposiciones unidas habrían obtenido una victoria contundente sobre el chavismo, si sumamos los votos en ciertos estados para las gobernaciones que dieron la victoria a candidatos y candidatas del Gran Polo Patriótico (GPP). Veamos algunos ejemplos, con los datos emitidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE) actualizados hasta el cierre de esta nota.

En Caracas, los votos de todos los candidatos de las oposiciones (Ecarri, Guanipa, Rojas, Melo, Uzcátegui) sumaron 246 mil 73. La candidata ganadora Carmen Melendez sacó 360 mil 639 votos. Es decir, hubo 114 mil 566 votos de diferencia. Ni «unidos» ganaban las oposiciones en la capital.

De igual manera en el estado Delta Amacuro: Felipe Gómez (con 13 mil 234) y Bernalda Suárez (con 4 mil 906) no llegaban con sus votos en conjunto alcanzar a Lizeta Hernández, quien obtuvo 35 mil 746 bajo el GPP.

Ni hablar en el estado Aragua: Karina Carpio, del chavismo, obtuvo 257 mil 489 votos frente a Luis Martínez (100 mil 398), Henry Rosales (82 mil 949), Guillermo Luces (30 mil 187) y Luis Solórzano (12 mil 545), que en total habrían logrado 226 mil 079 votos. Ni siquiera añadiendo los votos del PCV y los otros cinco partidos opositores minoritarios habrían igualado la cifra del GPP.

También habría pasado lo mismo en Carabobo: los votos combinados de Vicencio Scarano (148 mil 679), Javier Bertucci (76 mil 4), Roberto Vernet (28 mil 727) y Luis Carlez (3 mil 373), estos dos últimos cuyos votos habrían sido transferidos por cambio de alianza a Bertucci, no llegan a igualar los de Rafael Lacava (333 mil 919).

Por último, en el estado La Guaira la historia habría sido la misma: Alejandro Terán con 76 mil 324 votos sobrepasaría los sumados por José Olivares (63 mil 703), Luis Olivo (6 mil 330), Muhammad Acosta (3 mil 332), Arquímedes Romero (1 mil 434) y Alejandro Campos (889).

Dichos cálculos, tan sencillos como agarrar una calculadora, solo dan consistencia al «argumento» de que la hipotética unidad entre las oposiciones darían una victoria contundente al antichavismo; forma parte de la gruesa enciclopedia del pensamiento mágico de la derecha latinoamericana. Como si la historia fuera una línea recta, perfectamente calculable y determinada por las «ideas» de sus intelectuales y aforeros del universo web.

Además, este tipo de «tesis» intenta desmeritar la campaña electoral del chavismo que brindó buenos frutos a sus intereses políticos, así como trata de invisibilizar al chavismo como sujeto dinámico de la política venezolana, un hecho comprobado durante estas dos décadas de Gobierno Bolivariano.

En conclusión, a pesar de los deseos que no empreñan, la verdad irrefutable es que las oposiciones no fueron unidas a los comicios del 21N, y que dicho desenlace no fue favorable para quienes quieren ver al gobierno de Nicolás Maduro caer, aunque sea lentamente. Pésele a quien le pese.


Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad de su autor
y no representan necesariamente el punto de vista de Memes Marxistas-Leninistas.


Fuente: Misión VerdadEse mito político y electoral de “si la oposición estuviera unida”

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